Descripción
El queso Idiazabal es un tesoro culinario cuya elaboración se remonta a siglos de tradición y conocimiento artesanal. Proviene de la leche cruda de oveja latxa y carranzana, dos razas autóctonas cuyos rebaños pastan en los verdes prados de una región que ha convertido la producción de este queso en un arte.
El proceso de elaboración del Idiazabal comienza con la recolección de la leche, que se lleva a cabo dos veces al día para garantizar su frescura y calidad. Esta leche, rica en matices debido a la diversidad botánica de los pastos, se coagula y se corta la cuajada, y luego se moldea a mano, otorgándole su forma característica cilíndrica. Posteriormente, se sumerge en salmuera para adquirir su sabor distintivo y desarrollar su corteza natural.
Uno de los aspectos más destacados del proceso es el ahumado en frío, que se realiza con maderas de haya, roble o encina. Este paso, que puede durar varios días, imparte al queso Idiazabal su sabor ahumado particular y su corteza dorada, otorgándole una personalidad única.
La maduración del Idiazabal es crucial para su perfil de sabor y textura. Desde los tres meses hasta más de dos años, esta etapa determina la complejidad y la intensidad de su carácter. Así, desde un queso joven y suave con toques delicados hasta uno más añejo con matices intensos y profundos, el Idiazabal ofrece una gama de experiencias sensoriales.
Su textura firme pero flexible permite disfrutarlo de múltiples maneras, revelando notas ahumadas, terrosas y en ocasiones, toques frutales en cada bocado. Su distinción se respalda por su denominación de origen, garantizando la autenticidad y calidad que lo han convertido en un referente de la excelencia gastronómica.
El queso Idiazabal trasciende la categoría de alimento para convertirse en un emblema de la tradición, la artesanía y el legado cultural de una región que ha dedicado generaciones a perfeccionar este arte quesero único.
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